¿Qué tan bien escucho?

Al leer el: “Escuchar Experiencial” (Friedman) me di cuenta que me suele suceder que si no coloco todos mis sentidos a la disposición del otro NO ESCUCHO, me pasa en todo ámbito: en clases, cuando estoy al teléfono, en familia, con mis amigos, etc. Primero pierdo la atención y luego mis pensamientos me invaden por tanto terminó escuchando como Charlie Brown oía a su profesora o como suena una emisora mal sintonizada, algo sin ninguna coherencia. Cuando esto me ocurre me siento avergonzada y frustrada por mi falta de empatía y de alguna forma que he traicionado la confianza del otro.

Tendría la certeza que estoy escuchando experiencialmente, si mi cliente me dijese “hoy necesito de ti para conversar conmigo”, es lo que yo le he dicho mas de una vez a mi terapeuta, porque la relación terapéutica se ha formado a través del triangulo del cambio y afirmo esto porque a través del escuchar experiencial he sentido que mi terapeuta es una prolongación de mi sensación sentida que es capaz de darme símbolos certeros, de no caer en el juego de mi critico interno enseñándome a no ser tan autoexigente, que si esta ahí es porque también tiene la necesidad de ser atendido.

En este momento surgen las imágenes de ocasiones donde me toco caminar por un cerro de una arena muy fina con bastante peso lo que era muy agotador y generalmente abortaba mi expedición porque sentía que mis fuerzas no me daban mas, pero un compañero de expedición me dijo pisa mis huellas, se hará mas fácil y rápido el camino y fue así como logre llegar varias veces a la cumbre de ese cerro. Este icono surge ya que siento que la escucha experiencial de alguna forma es ayudar (a través de la escucha con amor) ya que el cansancio, la carga y el camino son mas llevaderos cuando estamos acompañados.

Creo que necesito para escuchar experiencialmente aquietar mi mente, atender mi sensación sentida y mi crítico interno, junto con poner mi corporalidad (ya que no solo se escucha con los oídos) con cariño a disposición del otro.